La psicóloga

Capítulo 8

De repente me siento extremadamente cansada, me duele todo el cuerpo y me da la impresión que tengo un peso en la cabeza, es como si me hubieran dado una paliza.

La psicóloga vuelve a sentarse y, mirándome fijamente, insiste:

  • ¿Dónde fuiste la última vez que quedaste con una amiga?
  • Supongo que al Centro Comercial – contesto dudando.
  • ¿Quieres decir que no lo recuerdas exactamente? – continua ella.
  • No – abrevio yo.

Se levanta, va hasta la esquina, donde hay un dispensador de agua de esos que se ven en las películas. Llena dos vasos y me acerca uno.

  • Gracias – susurro con una débil sonrisa.
  • Dime, ¿cómo se llaman tus amigas? – pregunta mirándome fijamente.
  • Sofía y Clara – contesto sin pensar.
  • Cuéntame cómo las conociste y como son – ordena con seriedad.
  • Pues, Sofía es amiga mía desde siempre, nuestras madres son amigas, nosotras hemos ido juntas a la guardería, luego fuimos a primaria y ahora vamos al mismo instituto. Es muy buena chica, pero, últimamente, se ha vuelto muy aburrida, le da miedo probar cosas nuevas y nuestros caminos se están separando – digo sorprendida por la descripción tan detallada que me ha salido.
  • Clara era nueva en la ciudad, no conocía a nadie en el instituto. A Sofía y a mí nos dio pena y la dejamos venir con nosotras. Es buena chica, pero muy parecida a Sofía, todo le da miedo – sigo explicando.
  • Entonces, ¿qué relación tienes con Valeria? – interroga después de beber un sorbo de agua.
  • ¿Valeria? A ella la conocí en el Instituto. Es guapa, divertida y mandona, pero la gente la encuentra especial. Siempre se sale con la suya, cuando ordena los demás obedecen – digo titubeando.
  • Pero ¿es amiga tuya o no? – prosigue interrogando.
  • Creo que sí, pero cuando venía hacia aquí, me encontré a Sofía y me dijo algo que me ha hecho dudar – explico
  • Y bien, ¿qué te ha dicho? – pregunta sin más.
  • Pues que ella ya me había dicho que me metería en líos si insistía en ser amiga de Valeria, porque Valeria no tiene amigos, tiene súbditos – respondo agobiada.
  • Así, pues, no sabes hasta qué punto erais amigas, ¿no? Sin embargo, estabais juntas en el Centro Comercial. ¿No te parece curioso? – insiste Aurora.
  • ¿Por qué no puedo recordar justamente lo que paso esta tarde? – pregunto apretándome la cabeza.
  • Se llama amnesia selectiva, suele ocurrir cuando se ha producido un shock muy fuerte. Lo que paso esta tarde te ha afectado tanto que ha provocado olvido de una parte de tus recuerdos – explica pacientemente.
  • ¿Volveré a recordar? – pregunto angustiada.
  • Haré lo posible para que así sea, no te preocupes – dice ella con una sonrisa tranquilizadora.
  • Ahora dime todo lo que recuerdas de Valeria, aunque te parezca que no es importante – pide mirando la pequeña grabadora que ha situado cerca de mí.

De sopetón tengo unas muchas ganas de llorar. No puedo hacer nada, enormes lagrimones ruedan por mis mejillas y me cuesta respirar.

Aurora se levanta, se sitúa detrás de mí y me masajea los hombros suavemente, mientras yo me desahogo, no puedo parar de llorar.

  • Respira hondo, tranquila, todo irá bien, Martina – susurra suavemente la psicóloga.

Me voy tranquilizando y mientras voy recordando me oigo decir:

  • Un día estábamos en clase de dibujo, Valeria me pregunto en voz más bien alta: – Martina, ¿sabes por qué eres virgen y seguirás mucho tiempo así? Pues, porque me han dicho que no sabes besar bien, ja ja ja.
  • ¿Por qué crees que te dijo eso? – pregunta Aurora.
  • Porque hacía unos días que coincidí con Javi, su exnovio. Estuvimos tonteando y al final nos besamos. Raquel, una de sus mejores amigas nos vio y se lo contó. Sabía de sobras que este beso me daría problemas – contesto un poco más calmada.
  • Entonces ¿cómo reaccionaste delante de toda la clase? – interroga la mujer.
  • No dije nada, con Valeria no se pude discutir, siempre gana ella – respondo decidida.
  • Sin embargo, a pesar de lo que te dijo, quisiste ser su amiga, ¿por qué? – sigue preguntando Aurora.
  • Su grupo es divertido, siempre hacen cosas guay, más que ser su amiga intentaba entrar en su grupo, aunque ella sea la líder – anuncio bebiendo agua.
  • ¿Le dijiste que querías formar parte de su pandilla? – interpela rascándose la cabeza.
  • Se lo había dicho a Raquel y todo habría ido bien si no me hubiera visto con Javi – aseguro.
  • Pero ya no salían juntos ¿no? – dice ella.
  • No, hacía un par de meses que Valeria lo había dejado por Guille, un chico de segundo de bachillerato, que tiene una moto y la pasea por toda la ciudad. Pero ella no soporta que nadie vaya con sus ex, cree que son de su propiedad – declaro.
  • ¿Recuerdas si ella te llamó para quedar aquella tarde? – continua interrogando.
  • No lo recuerdo, pero he visto un watts App suyo quedando a las 15,30 en el hall de los grandes almacenes – digo mostrándole el móvil.

Coge el aparato y lee el mensaje de Valeria, luego me pide permiso para mirar otros mensajes. Le digo que sí, tal vez sea la única manera de averiguar exactamente qué pasó.

Mientras la psicóloga mira mi móvil, noto como si estuviera a punto de recordar algo importante, pero no sé exactamente qué.

La observo y veo que hace anotaciones en una libreta, se me pone la piel de gallina.

Tal vez solo sea una pesadilla, de la que despertaré dentro de poco y lo contaré a mis amigas como una anécdota. ¿Amigas?  ¿a cuáles?

(continuará)

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.