Capítulo 3:
Asustada, dejo el teléfono en el suelo, no para de sonar. Lo miro sin saber qué hacer. Si lo cojo y es la policía no sabré qué decir y seguro que me localizan. Pero si no lo cojo y es alguien que puede ayudarme, tal vez pierda una oportunidad. Pero ¿quién será? Vale, ahora ha parado de sonar.
Cojo el móvil del suelo y empieza a sonar de nuevo, haciéndome sobresaltar. El mismo número otra vez. Contesto sin pensar:
- Hola, ¿quién eres?
- ¿Martina? Soy mamá. ¿Qué ha pasado? Me han dicho que hay una chica herida en el Centro Comercial. Que alivio oír tu voz. – pregunta mamá con voz preocupada.
- ¿Mamá? ¿Desde dónde me llamas? No sabía si contestar. – la interrogo sin querer.
- Me he quedado sin batería y te llamo desde el bar de la esquina, he cerrado un momento la tienda. – contesta ella
- Estoy bien, pero ha pasado algo horrible y no recuerdo nada, ahora viene papá a buscarme. – explico temblorosa.
- ¿Has llamado a tu padre? ¿qué ha pasado? Debe ser muy grave para que llames a tu padre. – dice ella.
- Luego te lo cuento, no quiero quedarme sin batería. No te preocupes ¿vale? – intento parecer tranquila.
- ¿Quieres que venga? – pregunta un poco asustada.
- No mamá, en unos minutos papá estará aquí y seguro que lo solucionará todo – insisto
- Pasa luego por la tienda y me lo cuentas todo ¿vale? – solicita
- Claro, tranquila, luego nos vemos. Un beso – me apresuro a contestar mientras cuelgo el teléfono.
Ha sido escuchar su voz y me ha dado un bajón y es que no me puedo imaginar mi vida sin ella a mi lado. Ella es mi punto de mira: valiente, cariñosa, divertida, siempre pendiente de nosotros.
Estaba segura de que era invencible hasta que un día se desmayó y cayó al suelo. Fue después de una fuerte discusión con papá. Ya estaban separados y discutían por quién se quedaba con nosotros durante las vacaciones de Semana Santa. Nos asustamos muchísimo, tuvimos que llamar a una ambulancia i se la llevaron al hospital.
Estuvo en observación, en los análisis detectaron que tenía anemia y le inyectaron hierro. La abuela se vino a vivir unos días con nosotros y consiguió que se recuperara.
Unos meses más tarde, murió el abuelo. Mamá lo pasó muy mal, todos temíamos por su salud, porque estaban muy unidos, tenían muchas cosas en común. Sin embargo, parecía que la ayudaba y le daba fuerzas desde donde estuviera. No nos sorprendió que, con el dinero de la herencia, dejará su trabajo como recepcionista y lo invirtiera en una librería en el centro.
Ahora me parece increíble que haya llamado a papá, cuando siempre he contado mis penas y alegrías a mi madre y ella siempre ha sabido estar a la altura, nunca me riñe, aunque siempre intenta hacerme entender el camino adecuado que debo seguir. Tal vez no quiero decepcionarla, hasta ahora siempre ha estado orgullosa de mí. Espero que a partir de ahora también. Tengo ganas de tenerla a mi lado y que me abrace con fuerza. Necesito sus caricias y que su dulce voz me diga que todo se arreglará.
Mientras una lágrima se escapa y baja rodando por mi mejilla, se abre la cortina con fuerza, consiguiendo que mi corazón se acelere y me quede sin respiración. Veo unos zapatos de hombre negros seguidos de unos pantalones de arreglar, me atemoriza seguir mirando hacia arriba.
(continuará)